viernes, 8 de agosto de 2008

EUBLOGIA GARNICA

JUJUY-ARGENTINA.
EUBLOGIA GARNICA




En el mes de Julio de 1976 en la localidad de Libertador Gral. San Martín, Calilegua y el Talar se interrumpe el suministro eléctrico y en operativos conjuntos de la policía, gendarmería y el ejército, secuestraban a los pobladores de la zona. Cientos de estudiantes, obreros, amas de casa, campesinos y profesionales fueron detenidos. Muchos conducidos a centros clandestinos de detención y aun continúan desaparecidos.
Nos dirigimos a Calilegua a encontrarnos con Eublogia Garnica, esposa de Donato Agustín Garnica que fue secretario de relaciones gremiales del sindicato de Calilegua, lo detuvieron el veintiocho de Agosto del año 1974, permanece ocho años preso en la Unidad penitenciaria número nueve de la Plata. Tienen dos hijos desaparecidos.
Eublogia sufrió en carne propia la tortura y la cárcel. * “…En el año 1974 se llevan a mi marido, el había sido fundador del sindicato de Calilegua y secretario de relaciones gremiales del sindicato de azucareros y también fundador de la casa Mutual de Obreros y Empleados. A el lo llevan cuando intervienen el sindicato, la policía y gendarmería. En ese momento se peleo mucho através del sindicato para conseguir casas, el hospital y escuelas. Pero cuando llegaron los milicos se termina todo no tenemos ni hospital publico…”

*Detención de Donato Garnica: 1974

“…El estaba un poco enfermo porque era diabético, y entonces tocan la puerta y sale uno de los chicos y dice “mamá te buscan”, entonces salí a la calle y había dos vehículos comunes y bajan varios vestidos de civil y se llevaron a mi marido así nomás, no lo esposaron ni nada, Y me dijeron “Sra. enseguida vuelve”. Yo trabajaba en casa de pensión, tenia dos hijos y dos hijas…”

*Secuestro y Desaparición: 1976.

“…El veinte de Julio de 1976 vino el ejército y la policía de Jujuy, apagaron las luces de la casa; golpearon la puerta y salí yo y pregunté que querían, me dieron un empujón y, dijeron que buscaban a mi marido. “Pero son de la policía, ¿no saben que mi marido está, preso hace dos años?”. Entonces me atan a mí y a mi hijo que tenia veinte años, el otro veintitrés y estaba trabajando como portero en un club de la noche, ya que ellos trabajaban por su cuenta y estudiaban en la escuela técnica.
Cuando el secuestro me robaron todo, todos los libros de estudio de mis hijos, manteles, cubiertos, lo que se podían llevar se lo llevaron, partieron los juegos de living buscando armas, ¡qué armas iba a tener si apenas trabajaba para que estudien mis hijos!
Primero nos llevan a la policía de Calilegua para la identificación y después trajeron a la gendarmería del Ingenio. Y como estábamos vendados y a mi se me corría un poco la venda podía ver un poquito que estaban los trailer de Ledesma, llenos de gente, los sacaban de la gendarmería.
El momento que me llevaron estaban cortadas las luces de la calle, no la de las casas, en esa época no eran comunes los apagones, cuando volví un año después me contaron que había muchos cortes, estuve en el Centro de Detención “Guerrero” diez días con mis hijos, sabia que ellos estaban porque los sentía cuando los torturaban, era una cosa escuchar… en un pabellón había mujeres y en otro hombres. Esa noche que nos llevaron en el celular a las siete de la mañana escuché como se quejaban los chicos. Entonces yo me dije para adentro: “Aquí está el “nene Córdoba””. Porque los padres lo estaban buscando y no sabían donde estaba, y todos estaban escondidos ahí. Llegamos como a las siete de la mañana a ese lugar, y esa noche nos a tocado a nosotros…, y eso lo he pensado muchas veces “¿Por qué no nos dicen, que le han hecho, dónde están?”. A mi me preguntaban por gente y lugares que ni conocía y yo les decía que no sabia: “Cómo no vas a saber, hija de re mil puta, ya sabemos que andas vos; tu marido, tus hijos”, yo sabia que mi marido era del sindicato, pero mis hijos no, trabajan y estaban estudiando.
Me tenían atada con ligaduras de plástico durante diez días, tenía pus y todas las muñecas podridas y con heridas. Me curaron en la cárcel de Villa Devoto, porque en “Guerrero” no había una orden para curarme, sólo para matar. También tenía jodido el tobillo porque me habían pisado con las botas, me curaron allá en Devoto. Después de ahí me llevaron a la Penitenciaría de Villa Gorriti, estuve dos meses, también sin curar, pero un enfermero a escondidas me curaba porque me conocía de cuando iba a ver a mi marido todas las semanas durante el año 1974 entonces en la cárcel me conocían, fueron muy buenos conmigo porque me vieron así y me dijeron “Pero Sra.…, (ellos decían que era la culpa de mi marido, del sindicato) pero yo en las huelgas grandes lo acompañaba en la distancia.
En la Penitenciaría de Villa Gorriti los dos meses que estuve incomunicada, conocí a un par de personas cuando nos sacaban dos horas al patio (Dora Weisz) me legalizaron recién en Buenos Aires.”

*El traslado

“No nos dicen que nos van a trasladar, a nosotras nos sacaron esposadas, de dos en dos y agachadas; me parece que fue a la mañana que nos cargaron y nos dijeron que íbamos a ir en avión, nos tuvieron todo el día al rayo del sol en ese furgón de la policía. Nos obligaron a estar con la cabeza gacha y nos metieron en un avión grandísimo para catorce mujeres, a nosotras nos trataban bien. Yo ya había escuchado hablar de la gente que tiraban de los aviones, yo decía que Dios nos ampare, si nos tiraban, estaba rogando y pidiendo a Dios.
El trato fue bueno hasta que llegamos allá, a Devoto. Cuando llegamos nos dicen que íbamos a ir donde nunca más íbamos a salir, después el trato que te daban dependía de la cara que tuvieras.
De las que íbamos en el avión, Eva Guerrido es desaparecida, después que vuelve a las de ahí se la llevan, igual que con Luís Aredez.
En Devoto estuve desde el ocho de octubre de 1976 hasta el cinco de marzo de 1977, un cura ya nos había dicho que a todos los que habían quedado los habían matado. Dora Weisz nos decía “Pero será posible que tanto tiempo estén presos para después matarlos”. Nos visitaba una asistente social, y yo le decía que me averiguara qué había pasado con los chicos, con mi nietita de ocho meses y mi hijo de once años, me contestaron que estaban bien que los estaba cuidando mi hija en mi casa; entonces me quedé tranquila y pregunté por mis otros dos hijos: Miguel Ángel y Domingo Horacio, entonces me dijo que iba a averiguar y me decía el lunes. El siguiente lunes me dijo que no había noticias, yo hablaba con una chica en el patio y pensamos, “Estos hijos de puta los mataron, ¿a dónde los habrán tirado?” Y seguimos así despacito con las averiguaciones.”

*La liberación

“Después nos largan en Buenos Aires, yo sabía que mi marido tenía familia en la provincia de Buenos Aires. Yo estaba con Nelly Cancha y otra señora de Palpalá, salí sin nada, porque nos dijeron que si queríamos nuestras cosas volviéramos el lunes, pero tenía miedo de que me volvieran a meter.
Nos soltaron a todas juntas, yo estaba flaca que apenas podía andar. Después me ayudan a llegar a Máximo Paz donde estaba la familia de mi marido: yo trabajaba hasta el mediodía en costura y a la tarde en tejido, para pagarme el viaje en tren hasta acá. Cuando llego voy directamente a la casa de mi hija que vivía cerca de la estación, fui con una valija con ropa que me había comprado y unas chuchearías para los chicos. Ni mi hija sabía que iba a llegar fue una alegría para ellos.
Llegué el 31 de abril de 1977 a Calilegua, en el mes de septiembre llega un juez y me dice que había órdenes del Ingenio Ledesma de desalojarme entonces como yo no me movía, me llega una citación y el veinte de diciembre de 1977 viene la gendarmería, el juez y con un camión desalojan. Ellos cargaron lo poco que tenia y yo me fui en auto a vivir a lo de mi yerno en Libertador. Según dijo el juez tenia que desocupar casa porque en ella no vivía ningún trabajador del Ingenio, mi marido que trabajaba en la empresa en ese momento estaba preso en Buenos Aires. Yo vivía con mi nieta, hija de mi hijo desaparecido Domingo Horacio que tenia cinco años.
Hasta la fecha nadie me quiere ver, para Calilegua soy subversiva, y ni mis hermanos, ni (…) me ven, porque tienen miedo que los lleven. Mi hermana cuando el marido no está en la casa me llaman por teléfono. Por eso hace dos años cuando yo estaba muy mal que creía que me moría, les dije que la única familia que yo tenia eran mis hijos, nadie más y después los vecinos que vinieron a ver cómo yo estaba.
Yo todavía sigo con odio porque tengo sobrinos que pasan y no me saludan. Pero allá ellos, yo no los necesito, nunca les pedí nada, me di vuelta como pude, llegué y empecé a trabajar como mucama para mantener a mis críos. Mi chango tiene 40 años y mi nietita 29, ella me dice mamá.
Yo andaba buscando trabajo en Calilegua pero no conseguía. Entonces vine para Ledesma pasé por lo de Aredez que había un papel que decía se busca muchacha de confianza, y yo conocía a ella pero ella a mi no. Entonces toco el timbre y sale una de las hijas, entro y la veo a Olga y le dije que necesitaba trabajar, y ella me dijo que empiece mañana. Yo no le dije quien era, yo ya sabia que su marido era desaparecido.
Trabajé una semana, y no me acuerdo cómo comenzó la conversación, pero le dije que tenía a mi marido preso y que yo también había estado presa. Me pregunto que apellido tenía, y dijo que lo conocía porque era fundador del sindicato. Le dije que tenía dos hijos desaparecidos y que conocía las torturas. Ella me dice que desde ese día no la iba a tratar más de usted ni llamarla Doctora, porque ella también estaba buscando al marido, “y no quiero que venga a trabajar más, voy a buscar otra chica”, yo le dije que quería trabajar, hace poco me acostumbré a decirle Olga.”

*Juicio a la Junta Militar

“Primero vinieron los secretarios de Strassera y me citaron a Jujuy, y después tenía que presentar los papeles y me dijeron que tenía que ir a Buenos Aires cuando se me llamara. Y que yo tenía que decir todo lo que había sufrido.
Declaré en el juicio. Me llamaron dos veces, mi hijo quería ir conmigo pero yo fui sola, allá (Bs. As.) me estaban esperando los dos secretarios y mi abogado. Estaba Videla, Massera y otros. Yo los miré primero fui con un Doctor que me dio un tranquilizante porque estaba muy nerviosa y me daba bronca. Estaba el fiscal Strassera con dos secretarios en una pieza y me dijeron que me quedara tranquila y que pensara en lo que iba a decir.
Una de las preguntas que me hicieron durante el juicio fue “¿Usted los odia?”, y me acuerdo que un abogado dijo que mi juicio no iba a entrar porque yo consideraba que les tenía odio a los militares. Entonces yo les dije “Si, los odio. Que quiere ¿Qué los adore? Le dije a Strassera que yo iba a hablar como a mi me gustaba hablar, de lo que siento y he sufrido.

*LA LUCHA

“…Seguir la lucha hasta que el diablo o dios me diga que tengo que parar, si uno se deja no sirve.
Antes en las huelgas que se hacían, yo acompañaba a mi marido de lejos porque no me gustaba meterme. Después que me detuvieron, cambió. Tuve que caer presa para avivarme un poco. Él siempre me decía “Algún día te va a gustar. El día que yo no esté, vas a tomar conciencia de todo lo que hice, y vas a querer hacer vos”. Yo le decía que no, siempre lo contradecía. El siempre peleaba contra la injusticia, por todas las cosas que les hacia Ledesma a los obreros.”

El ENCUENTRO

Al llegar a casa de Eublogia Garnica con mis compañeros del área prensa de Derechos Humanos, Marcelo Medina y Marcelo Velasco, nos encontramos con una vivienda humilde, con mucha calidez, fotos familiares, recuerdos que encierran esas paredes, tanta historias para contar de buenas y malas épocas vivenciadas por la familia Garnica. Le preguntamos a Eublogia por lo que había pasado en esa época nefasta del apagón y su situación actual, se produjo un prolongado silencio en la sala quebrado por unas pocas pero significativas palabras “ Empezar de nuevo…”, nos quedamos mudos por lo que significo esa frase para nosotros, el traer al presente el recuerdo de la tortura, el dolor, la cárcel, la perdida de sus hijos, el sentirse excluida en su pueblo, el desgaste físico y psicológico que sufrió y sufre, lo mucho que le debe costar dar una y otra vez entrevistas para distintos medios de comunicación reviviendo en cierto modo un calvario… “Hay que seguir viviendo, pidiendo por mis hijos, sigo en la lucha para saber que hicieron, porque lo hicieron, nada mas porque mi marido era dirigente gremial, yo porqué?.”Estuvo detenida en un centro clandestino de detención en Guerrero y luego un año privada de su libertad en Devoto “…Por que no puedo saber todavía, me dijeron que era una equivocación por eso me llevan a mi, por equivocación mataron a mis hijos…”
Nos comenta un poco lo acontecido en la época de la dictadura, respetando que nos cuente lo que quiera para que no se sienta incomoda, comprendiendo sus silencios que tanto dicen, entendiendo que esta sensible al aproximarse la fecha de lo que aconteció en Calilegua y todo esto hace que sus recuerdos y emociones sean mas fuertes.
Nos informa del acto del 20 de julio el día que entro el ejército, la gendarmería y la policía a Calilegua, la importancia de que se recuerde lo sucedido en esta fecha. Al principo las reuniones se hacían en Jujuy capital pero Eublogia quería que se realicen en Calilegua donde vivieron los desaparecidos, hace dos años que se viene realizando los actos en esa localidad y ella espera que se sigan realizando ahí por el significado que tiene y porque ahí sucedieron estos actos atroces.
“…Es una llaga abierta cuando llega esta fecha, el sufrimiento es peor, la incertidumbre lo es mas, hasta cuando; si no nos juntamos nosotros esto tiende a desaparecer por eso están nuestros hijos para que siga, el desgaste psicológico es grande...”, nos decía Raúl Molina que tiene un hermano desaparecido y el fue detenido en esa época; se encontraban junto a Guillermina Díaz que tiene familiares desaparecidos y están acompañando constantemente a Eublogia, según ella son los únicos familiares que tiene ya que estuvieron siempre a su lado.
Al despedirnos de ellos nos dirigimos hacia la Terminal de colectivos, con Guillermina Díaz, en el trayecto nos va relatando lo que aconteció en la época del apagón; lo que se vivencio en ese tiempo nos pareció algo surrealista al escucharla, como una película, las traiciones de amigos, los policías tirados cuerpo a tierra en las calles esperando ordenes para proceder con las detenciones, como vigilaban trepados de los árboles de vecinos para vigilarlos y los vecinos colaboraban con la policía, era de no creer lo que me manifestaba , pero sucedió y es importante no olvidar, no callar.
En el libro de Delia Maisel “Memorias del apagón”, relata todo lo acontecido respecto a la represión en nuestra provincia desde 1974 hasta 1983, lo leí y al pasar sus paginas conocí historias de personas que están desaparecidas, le arrebataron la vida por luchar por sus derechos, por pensar distinto; personas como Eublogia que le coartaron la vida, le arrebataron a sus hijos, la torturaron y encarcelaron al igual que su marido. El tener la oportunidad de conocerla y que nos relate lo que vivió, observar el sufrimiento en sus ojos, esos silencios que encierran tanto dolor, es algo que nos hace replantearnos muchas cosas, el poder conocer parte de la nefasta historia de la dictadura en nuestra provincia, comprender lo difícil que fue vivir en esa época y por el hecho de pensar distinto o defender los derechos, atenten contra la libertad y la vida misma. Es importante que estas historias de vida se divulguen para que no caigan en el olvido; que los represores paguen por lo que hicieron sean juzgados y condenados, que no vuelva a pasar nunca mas y aprendamos de la historia para que esto no se repita mas.
Conocer a Eublogia y su historia de vida nos cambio mucho, el observar el valor con que sigue en la lucha diaria, la fuerza que tiene a pesar de todo, es un ejemplo para nosotros y una inspiración que nos sirve para seguir en la lucha contra todas las injusticias sociales existentes, hacer que se respeten los derechos humanos desde nuestro puesto de trabajo en la Comisión de Derechos Humanos, mejorar un poco el entorno en el cual vivimos, no quedándonos callados contra actos que atenten contra la vida misma y los derechos de todas las personas.

“NO ME DUELE TANTO LA REPRESION DE LOS MALOS, COMO EL SILENCIO DE LOS BUENOS”. Martín Luther King.


Gracias Eublogia por recibirnos en tu casa y darnos la oportunidad de conocer tu historia; gracias Raúl Molina y Guillermina Díaz por la calidez que nos brindaron.


*Entrevista con Eublogia Garnica Gral. San Martín 2004 extraída del libro “Memorias del apagón” de Delia Maisel.

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