martes, 15 de febrero de 2011

¡…Y dicen que soy piquetera…!

¡…Y dicen que soy piquetera…!

De niña cuando jugaba con mis amiguitas, el año duraba mucho, como mis padres me daban cariño, me atendían, me daban de comer, me compraban ropa, yo cumplía la labor de ser hija. ¡Como me gustaba jugar! Mi papá trabajaba en el ferrocarril, arreglaba las vías. Muy temprano partía al trabajo. A veces se perdía varios días, porque las vías estaban dañadas muy lejos. Se iba en la zorra con sus compañeros a instalarse en el campamento.

Mi mamá nos cuidaba, cocinaba y nos mandaba a la escuela a mis hermanitos y a mí, que era tercera de los cinco hermanos.

Yo estudiaba pero no era tan buena alumna. Porque más me interesaba jugar y leer revistas. Además que ayudaba en casa a mi mamá. Me parecía largo el tiempo de clases, pero también sentía que las vacaciones finales duraban un año, las navidades, el carnaval…

Cuando jugábamos en el barrio con las chicas y algunos chicos, hacíamos campeonato de liga. Lo que más nos gustaba fue siempre jugar al papá y a la mamá, yo siempre elegía ser enfermera. ¡Que hermosos recuerdos! ¡Hasta se me cae una lágrima de alegría!

¡Como nos supo sonreír la vida! En aquel tiempo tuve una gran amiga. Ahora ella esta casada con un gendarme. Me da pena porque no quiere reconocerme o le da vergüenza. Cuando a veces nos cruzamos en la carnicería, también me alegro que a ella le vaya bien, que a sus hijitos no les falte el pan. También sabía ponerme mal cuando por la calle con mis cuatros hijitos, ella pasaba con su auto nuevo y parecía una doctora o abogada. Después me enteré que era ama de casa como yo, y que sufre mucho porque su marido la golpea. Además las otras señoras de gendarmes no le hablan, le hacen a un lado. Dice que, por ser morocha.

¡Que pena! Pero quiero seguir contando mi vida. A mi familia le vino la desgracia cuando mi papá, que cada día tomaba más, una tarde estando un poco macizado, le piso el tren cuando hacia maniobras. ¡Como te lloramos papito! Y como te sigo extrañando quisiera que estés vivo para que conozcas a tus nietitos. Al mayorcito le puse tu nombre, esta igualito a vos.

Así vino la desgracia y el sufrimiento, mi mamá no se pudo recuperar. Comenzamos a pasar hambre. Porque dicen que no se podía cobrar el seguro. O porque el abogado perdió el juicio, que ya no recuerdo cuantos años duró.

Yo tenía once años esa vez. Termine la primaria. Ya no pude entrar al secundario y nos corrieron de la casa por falta de pago. Mi mamá se enfermó de pulmonía, de tanto lavar ropa en el río. Ella solo fue a segundo grado de primaria, apenas podía leer.

Como ella estaba muy enferma, a mis dos hermanas mayores les mandó a Chubut con una tía, mi mamá se pasaba internada, los vecinos nos daban de comer.

Por tonta, por creer que así dejaría de sufrir, cuando tenía quince años me metí con un chico de veinte, quedé embarazada, cuando se enteró mi mamá, lloró mucho… yo no entendía, Francisco nos llevó a vivir a una pieza alquilada. Yo estaba contenta.

A los tres meses mi mamá murió en el Hospital de Jujuy. No se por qué, pero Francisco se fue un día sin decir nada. Los vecinos ayudaron a enterrar a mi mamá y yo me volví a vivir con mis hermanitos, en la pieza que nos prestó Doña Olguita y que nunca nos cobró.

Al tiempo nació el primer hijo de los cuatro que tengo actualmente. Crié a mis hermanas y demás hijitos que fueron llegando. Como era madre soltera, ningún hombre me tomo en serio, para formalizar un hogar.

Yo no tuve suerte, pero hago lo imposible para que mis hijitos vayan a la escuela, nos exigen tantos útiles.

Mi vida la estoy repasando, sentada en la ruta número nueve en La Quiaca. Estamos reclamando al Gobierno, puestos de trabajo y que no paguen la deuda externa.

Me siento fortalecida y apoyada por mis compañeras de lucha. Este mes termina mi contrato de plan trabajar. Muchas son más jóvenes y nunca trabajaron, no hay donde, quiero apoyarlas. Para que no sufran tanto como yo sufrí. Las quiero mucho.

Ojala, si cuando yo era joven nos hubiéramos juntado para luchar por nuestra dignidad y futuro de nuestros hijos. Hoy nos damos cuenta de que juntos podemos. ¡Ya no queremos sufrir!

La mayoría somos mujeres, solas, con hijos, y sin embargo ¡DICEN QUE SOMOS PIQUETERAS!

¿ME ENTIENDEN?

No hay comentarios: