martes, 12 de mayo de 2009

LA VARIETÉ...





El arte como herramienta de inclusión social, es sin dudas el concepto que motiva en los talleres de los Galpones Recuperados Tupaj Katari. Allí, se puede acceder en forma libre y gratuita a clases de teatro, música, entre otros relacionados con oficios y hasta clases de apoyo para los niños.

Entre tantas propuestas, nos encontramos con el Taller de Circo, que desde sus inicios estuvo coordinado por Yanina Traversa, y desde enero de este año también por Adolfo Ramiro Mendoza, más conocido como el Alegre Turulo.
El domingo pasado asistimos a una convocatoria muy especial del grupo Circo Andino, una formación que nació en septiembre del año pasado, a partir de este divertido taller.
Circo Andino es un grupo de jóvenes que se propusieron no guardar el aprendizaje de las técnicas y recursos del circo, y mostrarlos escénicamente.


A partir de esta necesidad surgió la idea de realizar varietés, los primeros domingos de cada mes, que se constituyen en encuentros artísticos abiertos al público, con una entrada mínima ("si pueden pagarla, y sino es gratis", aclara Fernanda). Lo interesante es que estas varietes no son exclusivas para el grupo Circo Andino, sino que se abre a todos los artistas que deseen mostrar sus expresiones en este ámbito. Y entonces resulta un espectáculo colorido, de gran calidad, con atracciones novedosas, a un precio accesible ($2 los mayores, $1 los niños), que vale la pena pagar, puesto que además son destinados a realizar giras con estos espectáculos por el interior de la provincia.

¿Y qué pasó?...

El domingo pasado se concretó la Segunda Gran Varieté en los Galpones Recuperados del Movimiento Tupaj Katari, frente al Colegio Nacional 1, en la Vieja Estación.


A la hora estipulada, salió por la calle Argañaraz uno de los integrantes del grupo repartiendo volantes a los transeúntes, que los invitaban a acercarse... porque ya empezaba el show. Por el frente de la Vieja Estación una murga también anunciaba el inicio con mucho ritmo.


De a poco el galpón comenzó a poblarse. Mientras entraban los primeros, alguien los convidaba con un paquetito de pochoclos recién hechos... Lindo detalle. De fondo muy buena música recibiendo al público, en un ambiente muy ameno, distendido, y a pesar de que había empezado a bajar la temperatura, cálido también.


El volumen de la música iba subiendo, acortando el tiempo hasta el inicio. Y finalmente, el payaso Barbu (Martín Calvó) y su anfitrión "Loco" (Mauro Calvó de 8 años), comenzaron con la presentación. Ellos fueron los encargados de hilar el espectáculo y anunciar los distintos números, y lo hicieron con mucho humor. Una dupla que contaba con la experiencia de Martín, uno de los actores más reconocidos de los últimos tiempos, y la promesa de un pequeñín que no se quedó atrás, ambos manejaron los tiempos y la improvisación con sutileza.


Montar un espectáculo, que el común de la gente suele ver en un circo, en un galpón, con pocos recursos técnicos, es toda una hazaña, que este grupo logró.


La primera intervención fue la de un panadero... sí un panadero... era el personaje de una obra de títeres del grupo El Retablo de los Andariegos, que se montó con una moderna y práctica estructura negra. Un solo titiritero hizo reir a los niños con "El panadero y el diablo".


Quienes tuvimos la oportunidad de estar allí, apreciamos luego el trabajo de acrobacias de Coty y Gaby (acompañadas también de muy buena música), que utilizando la técnica de las sombras chinescas lucieron prolijas y demostraron el entretenimiento corporal que requieren sus destrezas, logros que se van consiguiendo de a poco.
Después llegó Sabrina, una joven que se subió a las telas que colgaban del techo del galpón, y sorprendió a los presentes con sus acrobacias. Belleza y armonía, en una tarde de domingo sin estridencias.


Los timbales se dispusieron a acompañar el momento, cuando Barbu anunció un intervalo en el espectáculo, "para que puedan comer panchos y pochoclos".
Y si algo más hacía falta, para esto sea un circo que se precie de tal, eran los malabares, que con gracia hizo llegar al escenario "Turulo", acompañado de muy buena música (reitero).


Antes de terminar, un número de teatro negro a cargo de Noemí Salerno, y para terminar, La Vil Band con su música. Letras divertidas, pícaras y reales, con muy buen ritmo.

Una tarde diferente, una opción para pasarla bien en familia, y económicamente accesible a todos los bolsillos.


FUENTE. EL TRIBUNO

FOTOS: RODOLFO GUTIERREZ