miércoles, 23 de septiembre de 2009

JUICIO A REPRESORES...


Tapa rosario
CIUDAD › DECLARO DURANTE MAS DE DOS HORAS ANTE EL TRIBUNAL ORAL FEDERAL Nº 1

La Patota que integró Costanzo

"Sencillamente se los mataba y se los tiraba", reconoció Costanzo, en una brutal descripción del accionar de sus pares. Los identificó con nombres y apellidos y dio detalles de crímenes cometidos en La Intermedia, uno de los centros clandestinos.


El "Tucu" Costanzo confesó su participación como Grupo de Tareas.
Por José Maggi

Eduardo "Tucu" Costanzo declaró ayer durante más de dos horas ante el Tribunal Oral Federal Nº 1, tiempo en el cual identificó a cada uno los miembros del Grupo de Tareas al que perteneció, y a quienes acusó de cometer delitos de lesa humanidad durante la última dictadura en cinco centros clandestinos de detención: La Calamita, Quinta de Funes, Escuela Magnasco, La Intermedia y Fábrica Militar de Armas Domingo Matheu. "No había jueces que ordenaran las detencioens, apenas había algunos Consejos de Guerra. Sencillamente se los mataba y se los tiraba", reconoció Costanzo, en una brutal descripción del accionar de sus pares. Además denunció que "Juan Daniel Amelng planeó mandar a matar al camarista federal (Guillermo) Toledo".

Costanzo comenzó su testimonio recordando que "cuando estaba detenido en el Batallón 121 me quiso matar dos veces el teniente coronel (Juan Daniel) Amelong. La denuncia está en el juzgado de Sutter Schneider y no se hizo nada, a pesar de que había testigos como los soldados".
El ex PCI recordó sus cuitas con el ex magistrado a quien acusó de no darle las garantías necesarias. "Cuando estaba en el 121 iba el coronel Chizzini Melo que era el nexo ente el Ejército y la justicia y me dijo que cuando se fuera (Omar) Digerónimo lo iban a nombrar a Sutter Schneider que era 'hombre nuestro y lo manejamos nosotros'. Es un hombre que no me merece confianza porque de lo que yo le he dicho no hizo nunca nada, ni tampoco de lo que le pidió la fiscal Tessio, como muchas detenciones".
Después tuvo un apartado sobre los autores de los 14 asesinatos de los detenidos en La Intermedia: "Los mataron Rodolfo Isach, Juan Daniel Amelong, Jorge Fariña, y Pascual Guerrieri, que son los cuatro que estaban en la pieza, los hacían llevar uno por uno y los mataban ahí adentro". Describió a La Intermedia como "una casaquinta de la familia Amelong, ubicada en el kilómetro 23 frente al Automóvil Club, yendo a Santa Fe. Ahí estaban alojados cuatro o cinco meses. Era 1978, dos o tres meses antes del Mundial de Fútbol. El Ejército tenía que deshacerse de esa gente porque tenían que trabajar en el Mundial. Los tuvieron tres o cuatro meses después que los sacaron de la Escuela Magnasco. Antes de eso habían estado dos meses en la Quinta de Funes. Y antes de eso en La Calamita. En la Intermedia los eliminaron por lo cual pido la reconstrucción del hecho para señalar claramante qué fue lo que pasó. Allí hay un chalet, a unos veinte metros había una casa en construcción. A los catorce los mataron con dos tiros en el corazón que les pegaba Isach, el ex comisario general, que hoy se encuentra en Pinamar en una cabaña".
Y nombró entre, los asesinados, a "Tonioli, Nacho (Laluf) y la Nacha, Leopoldo Tossetti y la señora, la Gringa y la Foca, que era el marido, estaba Novillo, el Tío (Retamar)".
Al momento de recordar a sus pares comenzó por Juan Andrés Cabrera alias el Barba, "es el único que interrogaba y torturaba porque estaba especializado, lo mandaron a hacer un curso. El resto ni yo ni nadie hemos tocado a nadie porque no estábamos autorizados. Los que lo hacían eran él y Fariña. El Barba era el que la torturó a (Adriana) Arce, a (Tito) Messiez durante cinco horas, es el que tortura a Cambiaso y Pereira Rossi dentro del camioncito en bulevard Oroño al fondo, cuando estaban haciendo la avenida de Circunvalación".
Luego recordó a Víctor "Chuli" Rodríguez, como quien estuvo en el secuestro de Cambiaso y Pereira Rossi, junto con Guerrieri. También nombró a "Carlos Sfulcini que sigue y lo hace detener a Messiez en una fotocopiadora, junto con el Barba, Porra y Gustavo Bueno. Lo chupan en el centro y lo llevan a La Calamita y lo torturan durante cinco horas". Sobre Sfulcini tuvo un aparte: "Lo llamaban Carlos Bianchi y junto a un camarista de la justicia provincial de apellido Paulicelli planearon el robo a los tribunales provinciales de los archivos de la Conadep".
También nombró a "Ariel Porra, alias el Puma; Ariel López que es el que lo mata a Remo y tira a la gente del avión; Juan Carlos Bossi, alias Julio Balonchard que los inyectaba y los mataba".
También recordó "27 detenidos que llevaron a Monje para matar, entre quienes estaba la cieguita de la calle Santiago. A ellos los mataron en Monje y según me contó Hugo Cardozo antes de morir de cáncer cuando vino a mi casa hace ocho meses atrás, a los 27 los enterraron en una finca de Rolón en Santa Fe. Con todo eso la fiscal Tessio le pidió a Sutter que me hiciera declarar con el juez de Santa Fe y no hizo nada".
En tanto sobre Jorge Walter Perez Blanco recordó que "era el jefe de la sección Calle, era el que llevaba a toda la gente, el que los hacía detener y el que los entregaba. Estuvo mucho tiempo también trabajando en La Calamita".
También apuntó contra "Armando Pelliza, era del grupo que iba en el avión que tiraba los cuerpos al mar, en la bahía de Sanborombón. El que manejaba todo ahí era el teniente coronel Marino González que vive en Santa Fe".
En tanto como jefe del Destacamento de Inteligencia señaló a Edgardo Juvenal Pozzi. "Nunca estaba, el que estaba al frente de todo era el teniente coronel Guerrieri, después Fariña que era capitán ascendido a mayor, y el teniente coronel Marino González, y después había un par de sargentos, el encargado de la Patota de nosotros era el sargento Mario Vera".

SANTA FE › CONFESION DEL EX COMISARIO JUAN CALIXTO PERIZZOTTI

Aquella madrugada de otoño

A fines de marzo de 1977, en un descampado de Santo Tomé, recibió a diez mujeres encapuchadas que venían de un centro clandestino de torturas. Y reveló el nombre del oficial del Ejército que estuvo al frente del operativo: el mayor Jorge Roberto Diab.



Diab era segundo jefe del Destacamento de Inteligencia.
Por Juan Carlos Tizziani

El juicio a los presos por delitos de lesa humanidad en Santa Fe develó ayer un secreto guardado 32 años. El ex jefe de la Oficina de Coordinación del Area 212, comisario Juan Calixto Perizzotti, confesó que una madrugada de otoño, a fines de marzo de 1977, en un descampado de Santo Tomé, recibió diez mujeres encapuchadas que venían de un centro clandestino de torturas y exterminio conocido como "La Casita", a bordo de tres automóviles. Y reveló el nombre del oficial del Ejército que estuvo al frente del operativo y le entregó las diez secuestradas en el chupadero: el mayor Jorge Roberto Diab, segundo jefe del Destacamento de Inteligencia Militar 122. Perizzotti dijo que la entrega y el posterior traslado al cuartel de la Guardia de Infantería Reforzada se hizo por una orden directa del ex jefe del Area 212, coronel Juan Orlando Rolón.

Perizzotti pidió ampliar su indagatoria ante el Tribunal Oral Federal: "Yo recibía órdenes del Ejército. El 99 por ciento de las órdenes estaban firmada por el comandante (Rolón) y si no, por su segundo (el teniente coronel Adolto Ernesto Alvarez)". Y después tiró la bronca. "La Policía era el forro del Ejército. Mientras le sirve, lo tiene y cuando no le sirve, lo tira. Esa fue la posición de la Policía ante el Ejército. Esa es la verdad: fuimos usados como forro", se descargó Perizzotti. Y preguntó y contestó: "¿Cuántos militares hay preso acá? Ninguno". En el juicio ya zafaron tres: Rolón y el ex jefe del Destacamento de Inteligencia Militar 122, coronel Domingo Manuel Marcellini, por problemas de salud y el ex suboficial Nicolás Correa que falleció en 2007.
Perizzotti enmudeció a la sala de audiencias cuando comenzó a develar su secreto. Recordó que tres de sus denunciantes, Patricia Traba, Anatilde Bugna y Ana María Cámara fueron secuestradas el 23 de marzo de 1977. "Ellas dicen que estuvieron en 'La Casita', que le hicieron firmar una declaración bajo apremios y que a los tres o cuatro días pasaron a la Oficina que estaba a mi cargo, previo simulacro de fusilamiento".
"No tengo la fecha exacta, pero si a ellas las detuvieron el 23 de marzo de 1977, tres o cuatro días después, me llama el coronel Rolón y me dice: 'Perizzotti veálo al mayor Roberto Diab, segundo jefe del Destacamento de Inteligencia Militar 122 que funcionaba en el mismo Regimiento y él le va a entregar unos detenidos'. Me retiro y cuando iba me cruzo con el mayor (Diab), a quien yo conocía porque dos o tres veces había ido a llevarme detenidos a la Guardia de Infantería Reforzada o retirarlos. Le digo: 'Mayor, el coronel me ordenó que lo vea a usted, que me va a dar una orden para recibir detenidos'.
Sí, esta noche lo espero a las 24 horas en la guardia de prevención del Comando de Artillería me dijo.
No me dijo cuántos detenidos, si eran varones o mujeres, no me dijo absolutamente nada.
"A las doce menos cuarto de la noche, con un suboficial y el chofer fuimos al Comando de Artillería... Estacionamos el auto frente a la guardia de prevención. Y a la par nuestro, había un camión celular del Servicio Penitenciario. Me acerco y había dos guardiacárceles que no los ubicaba, nos saludamos. Y desde atrás, alguien me toca la espalda y me dice: 'Juancito, vos también'. Me doy vuelta y era el chofer del Servicio Penitenciario, que sí lo conocía, un sargento ayudante de apellido Leonardi. Me preguntó qué pasaba: 'No sé, será algún avión y habrá que ir a Sauce Viejo'", especuló Perizzotti. "Nunca me había pasado algo así", recordó. Diab llegó en un Dodge. Y dio la orden de circular en caravana. "Primero voy yo, después el celular y atrás usted", le dijo a Perizzotti.
"Salimos del cuartel, cruzamos el puente carretero, y en Santo Tomé avanzamos por la avenida 7 de marzo y después por la avenida Luján. Cuando la ruta gira a la derecha y hay una estación servicio Shell, él (Diab) siguió de largo, iba con otra persona. Y después, se vuelca a la izquierda por un camino de tierra, donde había yuyos de dos metros de alto. A los 200 metros para y nos dice: 'Esperen acá, den vuelta los autos por donde vinimos'. Y se fue en dirección al este por esa calle, la primera o la segunda que era de tierra, pasando la estación de servicio Shell".
Una hora después, Diab regresó con tres automóviles que se ponen a la par del camión del Servicio Penitenciario. "Vi que eran mujeres y estaban vendadas, entonces le pregunté: 'Señor, ¿le sacamos las vendas?'
Si le saca las vendas se la pongo a usted le contestó Diab.
Todas subieron al camión. "No recuerdo si venían esposadas. No podíamos hacer otra cosa que subirlas. Resistirse era imposible. Y las trasladamos a la Guardia de Infantería Reforzada", explicó. Antes de de partir, Perizzotti dijo que Diab le entregó la orden de traslado de las mujeres firmada por Rolón y que él le firmó la copia. "Eran diez detenidas: (Anatilde) Bugna, (Patricia) Traba, (Ana María) Cámara, (Graciela Virginia) Aguirre, (Hilda) Benavídez y (Silvia) Abdolatif. "No recuerdo todos los nombres, pero eran diez", precisó. No mencionó a las otras cuatro: Stella Maris Vallejos, Teresita Miño, Raquel Juárez y la "Negra" Caminos. Nueve de ellas, excepto Caminos, están citadas a declarar en el juicio en las próximas semanas.
¿Era común recibir detenidos a esa hora? le preguntó el abogado querellante Horacio Coutaz.
No, no era común.

CIUDAD › LA DECLARACION DEL EX JEFE MILITAR GUERRIERI

"Yo era un ejecutor del Ejército"

Oscar Pascual Guerrieri es el máximo jefe de inteligencia militar que está sentado en el banquillo de los acusados por terrorismo de estado. Tiene 74 años y ayer se negó a contestar preguntas de la fiscalía y las querellas, para dejar pasó a un discurso de tono apocalíptico de la realidad argentina, esquivando cualquier responsabilidad por los secuestros y asesinatos ordenados en esta región. Dejó sí algunas frases que marcan claramente la ideología de quien sostiene que "aquí se libró una guerra con órdenes superiores en nuestras manos", "dicen que hubo una guerra sucia, pero ellos trajeron la mugre", "las organizaciones armadas tenían una inspiración castrista y emergieron cabalgando en movimientos políticos, algunos en el Partido Justicialista, las Fuerzas Armadas Revolucionarias, tenían inspiración trotkista, Montoneros tenía la idea la guerra estratégica y prolongada. Hoy hay un poco esa idea con los piqueteros. El orden está claudicado en el país en este momento".

"Fue una guerra revolucionaria, fuimos con la bandera argentina, los terroristas fueron con banderas de otro color que representaban intereses internacionales, con el FAL, o Peron o muerte, siempre con la violencia en la cabeza".
Guerieri comenzó aclarando que "en esa época en que sucedió todo era teniente coronel, mientras que el general de división era Leopoldo Galtieri, y yo era una ejecutor al que me llegaba algo de lo que pasaba.
Soy un militar que participó en el Ejército en una guerra, y no tengo las autoridades que me juzguen por un exceso", en reclamo de un juicio militar.
"Llevo siete años y tres meses detenido, privado de la libertad, de mi familia, de mis hijos, de mis nietos, por haberme dedicado de pleno con sacrificios a mi profesión. Mi vocación militar nació de mí. Inclusive para dar el ejemplo: lo que suene a Dios y la Patria nunca es malo. El artículo 19 de la Constitución Nacional dice que 'ningun habitante será obligado a hacer lo que no mande la ley ni prohibido de lo que no prohíbe. Siempre hice lo que manda la ley. Siempre me asocié con fines útiles. ¿Cómo me voy hacer cargo de una asociación ilícita? Todas las órdenes que toqué, pensé, decidí fue en el marco de ordenanzas, leyes, dentro de un marco jurídico aceptable".
Guerrieri agregó: "En 1983 fui elegido por el gobierno constitucional para integrar la SIDE por mis condiciones militares y duré 10 años. ¿Ese día no se pidieron mis antecedentes?".
"Este día, salga lo que salga, tiene un valor muy apreciable para mí: el de sentarme frente a ustedes señores jueces, ya que esto no hubiera pasado si no se hubiera hecho lo que se hizo antes. Quizas hoy estaríamos sentados ante tribunales populares", agregó.
Guerrieri se quejó porque "se nos llama represores, un término que es un silogismo del progresismo, que cambió el orden por la palabra represión. Cuando se amenaza el orden se mandan las tropas de seguridad, porque si a los desordenados no los ordenamos estamos frente a la anarquía. También se habló de banda, cuando el Ejército maneja organizaciones reglamentadas con órdenes, directivas. La Triple A pudo haber sido una banda, no el Ejército argentino. Se nos llama soldados del proceso, cuando la agresión terrorista al Cono Sur comenzó en los años 60, no en el 1976, jamás el Ejército Argentino perteneció a un aparato político, nosotros somos Ejército nacido con la patria".
"Uno no tenía derecho a cuestionar al proceso, era un ejecutor, una joven al mando de una tropa. Somos el ejército de San Martín, no el ejército del Che Guevara".
También declaró ayer Juan Daniel Amelong: "Si había un conflicto armado, la primera víctima era la verdad, ese conflicto no terminó, sigue, lo que falta acá es la verdad. De lo que nos acusan muy pocas cosas han sido ciertas".
Fuente: Rosario 12__

No hay comentarios: